Corriendo como conejos enfermos, con los ojos rojos bien hartos de lo que ven. La vida se reduce a ríos que dan al morir, a azulejos mugrientos de la mierda que llevamos sobre nuestros hombros, a danzas eternas de flor en flor y de árbol en árbol.
La vida es como una carrera de conejos enfermos que no gana la tortuga que se lo toma con calma y a su ritmo. En esta historia, nadie gana y a la tortuga se la comen los leones voraces del camino.
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