Fausto.

Nunca hubo un fracaso tan anunciado. Nunca nadie pudo advertirme de tal fatalidad pues todos lo creían demasiado obvio. Nunca imaginé hace unos años que pudiese asumir una mediocre condición.

No se si es sabido por alguien, pero yo siempre quise ser ese. Ese del cual los profesores y maestros hablan a sus alumnos y pupilos y les recuerdan que antes de ellos, hubo ese uno, ese alumno que siempre recordarán. Bien por diestro o bien por haber causado una trascendencia mínimamente importante a sus carreras docentes. Todos sabemos, porque estaba anunciado que nunca ocurriría. Mi historia se escribe sola, con la propia letra de un mediocre perdedor, con mi propia letra.

En ocasiones pienso egoistamente lo bonito que sería hacer un pacto como el Faust de Goethe, un pacto con el demonio para no morir. Tendría muchos años (la eternidad realmente) para intentar crear trascendencia sin lograrlo.

Con un poco me bastó.

Qué difícil es volver a las viejas rutinas. Qué difícil volver y qué fácil acostumbrarse, como zambullirse en el agua fría del Océano Atlántico, una vez que estás dentro olvidas que no podías meter más cuerpo que las rodillas.

Un huracán de aire tormentoso que al final se convierte en algo inapreciable, te encuentras en el ojo del huracán y no quieres salir porque no te hace falta.

Un nuevo olor a viejo que ensimisma los sentidos como la primera vez. Nuevo olor a viejas sillas y viejo olor a nuevos libros y bolígrafos. Una sonrisa simpática delante de ti y una voz chirriosa dando el coñazo en las horas más inesperadas e inoportunas. Una época para ver como fluye todo a flor de piel, muy a flor de piel o para sumirse en la miser,a muy en la miseria.

Tiempos modernos para viejas costumbres, ya es tarde para cambiar, solo queda acostumbrarse, digo yo.

El terremoto haciendo olas.

El cielo oscurece y la niebla baja. Todo esto trae consigo un bochorno generalizado de los últimos días del agonizante verano que se va para volver en 9 meses. 9 meses largos, muy largos y complicados, con sus idas y venidas.

Como una eterna y aburrida tarde de domingo en la que nadie quiere arriesgar ni hacer nada porque no hay nada que hacer ni arriesgar. El tiempo pasa lentamente, se consume despacio y sin hacer prisioneros.

Creo que deberíamos.

Deberíamos inspirar fuertemente y llenar los pulmones de aire nuevo, creo que deberíamos. Podríamos disfrutar de esas pequeñas cosas que no vemos, los más frívolos y a la vez importantes placeres de esta vida. Unas pequeñas gotas de agua fría que te recuerdan que hay más cosas en los momentos duros o de autodestrucción.

Brindemos por los pequeños placeres que siempre son los más grandes.

¿Cómo decirlo?

Me presenté allí, quieto, inmóvil como un revival de emociones que se dice. Viejos recuerdos emergían de lo más oscuro del propio ser humano, viejos recuerdos que seguían a flor de piel, imborrables, grabados a fuego en la memoria.

Hay quien intenta olvidar y no lo consigue y quien sí lo hace. Mi caso sería el primero, obscena inquietud de una perturbada mente con más perturbador destino. Recuerdos lejanos más cercanos que la propia nariz con muy pocas ganas de irse, pero muy pocas.

Aunque te encuentren fumando en la plaza, aunque la vida te dé reveses, aunque nos veamos y no nos reconozcamos, aunque la vida nos lleve por caminos raros, aunque nos dediquemos a fumarnos la vida en moteles de carretera sin amor, sin nada de amor, ni pizca. Una vez la vida nos trató bien y para los buenos chicos siempre vendrán buenos tiempos, pero nosotros no lo somos, ya lo sabes.

Donde el verano acaba.

Como un suspiro ha llegado el ansiado verano, la época estival de no hacer nada. Y tal como ha venido se va, hasta el año que viene viejo amigo, seguro que tendremos muchas cosas que contarnos.

No será largo.

The tickets sold and the man got rich with a seven year itch but all those involved fell over in their own ditch. They like eyes to see on parallels; seeing all things as similar for those who deny chance have no chance at all.

Anomalía

¿Y si un día te entierran vivo? Supongamos que simplemente te da un patatús y no despiertas. Una negligencia médica te da por muerto, mala praxis le llaman. Te entierran en el panteón familiar, a 4 metros bajo el suelo en un ataud sellado con la única compañía de tus mejores galas y unas uñas para arañar con furia la tapa de madera.

¿Y si cuando unos gamberros profanen tu tumba encuentran las marcas de uñas en el ataud y llenas de sangre? Sería horrible.

¿Y qué pasaría? ¿Morirías asfixiado con interminables dolores y angustía extrema? ¿Y cuando mueres qué ocurre? ¿apagón analógico cerebral? ¿tu cabeza se queda pensando por toda la eternidad, lo cual es mucho tiempo? ¿es como si soñases eternamente?

Myxomatosis.

Corriendo como conejos enfermos, con los ojos rojos bien hartos de lo que ven. La vida se reduce a ríos que dan al morir, a azulejos mugrientos de la mierda que llevamos sobre nuestros hombros, a danzas eternas de flor en flor y de árbol en árbol.

La vida es como una carrera de conejos enfermos que no gana la tortuga que se lo toma con calma y a su ritmo. En esta historia, nadie gana y a la tortuga se la comen los leones voraces del camino.

Aleteo.

Dicen que el colibrí aletea unas 160 veces por segundo aproximadamente, que el corazón late unas 80 veces al minuto. Se dicen muchas cosas, la verdad es que demasiadas, pero a ciencia cierta sabemos lo erróneo que resulta amar de corazón cuando el amor es algo cerebral y no visceral. Pero cuesta creerlo ¿no? Es decir, comentan que estar enamorado es como un canto a la desesperación, un canto que nadie escucha pero que esperas que contesten y a veces alguien escucha caer el árbol en medio del bosque y otras nadie está ahí para escucharlo, puede que torres más altas hayan caído y nadie se ha dado cuenta.

El cerebro piensa y luego actúa, el sujeto enamorado actúa y luego piensa, el corazón bombea y luego se para, pero primero bombea.

Todo esto solo lo comentan, yo no lo sé, yo no sé nada y no pretendo ni quiero saber de absolutamente nada. Ni lo estoy enamorado, ni lo pretendo ni quiero estar enamorado absolutamente nada, pero un argentino loco dijo que hay días para quedarse a mirar y otros sospechosamente light. ¿Y si este día es para pensar en cosas que todos creen que piensan pero nadie se para a comprobarlas?

Sordidez.

Confesiones desesperadas de amor a damas efímeras, problemas con el alcohol, drogadicciones emergentes, trajes manchados de un whisky que emana culpabilidad, tarjetas de negocios, camareros confidentes, el calor del amor en un bar que diría Urrutia, maltratos, más maltratos, madres ignorantes, vida malgastada, prostitutas baratas, perfume barato, sordidez.

Estilo.

Estilo, elegancia, estilo otra vez... Todas estas palabras describen parte de la música de Beck, muchas de sus canciones son una muestra de auténtica elegancia transmitida a un oyente que se siente con ganas de salir a la calle a andar con el señor Hansen de fondo y sentirse los más jefes del barrio.

Summer time.

9 meses, 9 malditos meses esperando por un pistoletazo de salida que diese comienzo a la desidia acalorada de los días estivales. Y por fin está aquí y ha venido a hacerme compañía durante un par de meses.

Ajá.

Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz, y si no era feliz, casi. Algo así rezaba Joan Manuel Serrat, algo así quiero rezar yo. Pero no rezarle a ningún Dios, a ningún creador que digan que nos escucha para luego pasar hambre, sino rezarle al sentido o la razón, esas constantes de las que tanto hablamos y que tanto escasean. Sé que acabaremos todos condenados, sé que estamos avocados a palmarla y sé que somos polvo en el aire, sé tantas cosas que soy un ignorante. Lo único que no me queda claro es por qué complicarse tanto cuando todo lo podemos resolver de forma pacífica. Bueno, ya se sabe, los exaltados que se hacen los indignados, ponen en su boca las palabras de su sentido común, si es que lo tienen...

Pues no.

Pues no me da la gana. Pues no me da la gana de escribir aunque lo esté haciendo. Pues no me da la gana de que no tengo ni puta idea sobre qué hablar. Pues no me da la gana de admitir que tengo la cabeza reseca de ideas desde que nací. Pues no me apetece.

Veo a gente escribir en sus blogs cosas que te dejan boquiabierto, cosas que te hacen pensar por qué ellos sí, tú no y el mundo está tan mal repartido. Qué le vamos a hacer, la vida es una ramera de primera calidad, o eso decía Quique.

Me hace gracia ver en estas fechas a la gente estudiando y matándose mientras me recuerdan lo incapaz que me es estudiar más de 10 minutos y lo mal que voy a acabar viviendo por ello. Es jodido saber que te vas a comer los mocos porque crees que hay cosas en tu vida de adolescente idiota más interesantes que unos libros, jodido, sí.

Estoy reseco de ideas y solo quiero ver si suena la flauta, si escribo algo decente y siento que habré hecho algo de provecho, no va a ser así. Yo lo sé, tú lo sabes y el extenso vacío que forman mis lectores también lo sabe. Es como la crónica de un fracaso anunciado, con un letrero luminoso que señala y nadie se para a leer, no les interesa y tampoco les culpo.

Pues no, no me da la gana de escribir nada, en serio, no es que no quiera, es que no soy capaz.

Ardiendo.

Muchas veces hay música acorde a lo que siento, pero también siento cosas acordes a la música. ¿Nunca te ha pasado de escuchar algo animado y tener ganas de saltar? Pues querido lector que no eres ni lector pues no me lee nadie, me acaba de pasar igual. Es como una sensación de: "Oh Dios, no tengo nada que hacer, ¿qué será de mi vida?". Os dejo con la causa de esto:

Queriendo pero sin querer.

¿Nunca os ha pasado de escuchar una canción que sea u os parezca bonita y os den ganas de enamoraros? Supongo que soy el único subnormal, pero me ha pasado muchas veces de escuchar alguna canción sumamente bonita y sentirme enamorado. ¿De quién? No sé, posiblemente del arte de la canción. Os dejo una:

Momentos dispersos.

Hay veces que me planteo cosas de mi vida que no vienen al caso (si eso, en otra entrada) y tengo ciertas dudas existenciales dignas de un gilipollas de mi calibre.

En esos momentos, hay una canción (para ser justos, es una versión) que me hace sentir como... disperso. Disperso del exterior, despejado, en una nube y en ocasiones hasta furioso. Os la dejo, bueno, se la dejo a los que lean esto por encima por pura insistencia por mi parte:

Me la suda.

Estoy en esos momentos de la semana en la que estoy relajado y me la suda todo. ¿Que suspendo? Me la suda. ¿Que rompo una cuerda? Me la suda. ¿Que en Spotify me tocan los cojones? Me la suda.

Realmente, soy feliz en estos estados indiferentes tan "badass" si se me permite el descarado anglicismo. Así que mejor ilustrarlo con un tema ¿no?

Verano, verano, ¿verano?

Hoy voy a hablaros sobre una sensación que suelo tener sobre junio pero que este año se ha manifetsado bastante antes. Es difícil describirla, pero yo le llamo "Síndrome pre-vacacional". ¿Qué es? Pues veamos, chapuceramente explicado, vendría a ser una sensación que se tiene antes de las ansiadas vacaciones de verano de ir por ahí con tus colegas y hacer cosas como andar en bici/skate o ir a la playa (andando, el bus es averaniego) o a ensayar con tu grupo sintiendo ese calorcito de verano, con ganas de escuchar canciones de verano y disfrutando de las puestas de sol.

Por suerte, he econtrado un vídeo que lo explica bien, os dejo con Dinosaur Jr:

Buenas.

Puesto que mi anterior blog me aburrió (cosas de la monotemática), me he decidido a abrir uno nuevo, con fuerzas renovadas, con un título que me represente bien y para hablar de cualquier cosa trivial que pase por esta retrasada mente.

Pronto escribiré algo nuevo, ya veremos como se da.